Ahaha, la crianza respetuosa, ese manual no oficial que asume que todos tenemos la paciencia del Dalai Lama, el presupuesto de Kim Kardashian y una nanny de tiempo completo para cada uno de tus hijos. Aquí andamos, clase media guerrera, intentando descifrar cómo validar emociones mientras haces malabares con un sueldo que nunca alcanza, un tráfico que parece diseñado por tu peor enemigo y las noticias de que la canasta básica ya subio otravez.
Las madres perfectas que vemos en Instagram
Ah, claro, las madres de Instagram, ese grupo selecto de mujeres que parecen haber firmado un pacto con los dioses de la perfección. Siempre perfectamente peinadas, con hijos que no lloran ni se ensucian, y con desayunos que parecen salidos de un concurso de arte culinario: “Hoy, pancakes en forma de unicornios con chispas de arcoíris orgánicas”. Por supuesto.
Mientras tanto, tú en la vida real, tratando de no gritar y decir groserías y buscando desesperadamente los zapatos y la credencial de la cria. Pero no pasa nada, porque según Instagram, todo se arregla con un filtro y una buena descripción motivacional: “Ser mamá no es fácil, pero mírenme a mí, soy básicamente Beyoncé con una escoba”. 🙃
Y ahí estoy yo, respirando profundo, repitiéndome el mantra de la crianza respetuosa: “Es solo un niño. Tiene emociones grandes en un cuerpo pequeño. Sé el adulto. Sé la madre buena.” Pero en mi cabeza, el adulto está gritando cosas como: “¡chingada madre!”
La bendita culpa
Claro, también está la culpa. Porque después de haber leído todo sobre validación emocional, ¿cómo vas a ser la mamá que grita? ¿Cómo le vas a destruir la autoestima a esa criatura que, cuando no está desafiando tu cordura, es básicamente un angelito? Así que haces tu mejor esfuerzo: te agachas a su nivel, validas sus sentimientos (y los tuyos, porque también tienes derecho a sentir que te estás desmoronando por dentro) y respiras otra vez.
Al final, funciona. Encontramos los zapatos. Llegamos tarde, pero llegamos. Y esa noche, cuando lo ves dormido con esa cara hermosa, te convences de que la crianza no esta mal. Aunque en el fondo, sabes que mañana volverás a desquisiarte, gritar y que al salir de la casa los vecinos te vean como la peor de las madres.
Así que, mamás paranoicas del mundo, les digo esto: estamos haciendo lo mejor que podemos. A veces gritamos, pero también abrazamos, besamos y pedimos perdón. Y eso, creo yo, también es crianza respetuosa.
¿Tú cómo lidias con esos días en los que solo quieres llorar? Cuéntamelo en los comentarios, que necesitamos terapia grupal. 👇